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septiembre 10, 2019
La Levedad de cada día.
La vida te da
sorpresas, sorpresas te da la vida, dice Rubén Blades en "Pedro
Navaja", en menos de un minuto la vida te puede dar un giro y de la nada
todo cambia. Sábado, un asado, amigos alrededor de la parrilla, una copa de
vino, risas y bromas mientras se prueba algo de carne. Todo normal, cotidiano,
superfluo, nada del otro mundo.
Entre ruidos, voces
y copas algo se atora en la garganta. No es nada, ya pasará, hay que mantener
la calma, que nadie se dé cuenta, el aire no entra a los pulmones. No hay caso,
no puedes hablar, alguien se da cuenta, creen que bromeas, ¿será tan torpe y
poco glamoroso el fin?
No piensas en
dioses, cruces ni avemarías, no hay ayatolas, curas, pastores ni rabinos;
tampoco hay epifanías, no pasa tu vida en segundos ni ves una luz al final del
túnel. Solo amigos cerca, uno sabe la "maniobra de Heimlich", la
aplica, toses… respiras.
Todo sigue igual,
un par de bromas y a otro tema. La copa se llena de nuevo, un par de minutos y
comes con más cuidado, pero normal. No pasó nada, aparentas estar tranquilo, la
vergüenza puede más que dar las gracias. El lunes al trabajo, otra semana más,
las noticias de siempre; un derrame de petróleo, otro portonazo, sube el
desempleo, el matinal se ocupa de la política nacional, nada cambia. La levedad
de cada día...
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12:33 p.m.
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Inmigración o muerte
https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2019/08/16/inmigracion-o-muerte/
Según
datos de la O.M.S. al menos unos 2 mil millones de personas sufren hambre constante
o están subalimentados, es decir cerca de un 30% de la población mundial no
ingiere alimentos en forma regular. ¿Qué pasaría si toda esa gente, decidiera
emigrar? Los detendremos con leyes, con muros, alambres de púas; los
encerraremos en campos de concentración, los tiraremos al mar… ¿?
Acusar
a los migrantes de todos nuestros problemas reales o imaginarios es peligroso,
incluso criminal. Recordemos que Hitler culpó a los judíos, Stalin a los
Burgueses y contrarrevolucionarios, el gobierno Hutu de Ruanda a
los Tutsi, Pinochet y sus secuaces a la “conspiración” del marxismo internacional”;
todos sabemos (o debemos saber) en qué terminaron esos discursos, diatribas y
palabrerías.
Más
allá de la esencial toma de partido en defensa de los derechos humanos, deber
de toda persona, es un tema que merece ser estudiado y abordado sin histerias
ni populismos. Las cifras suelen esconder personas de carne y hueso, los
discursos de uno y otro lado ocultan la realidad diaria, los miedos, angustias
y pesares no solo de los nuevos habitantes del “asilo contra la opresión”, sino
del chileno que se informa por facebook, que mira los matinales como la verdad
revelada y que no recibe los beneficios de un sistema y un desarrollo ajeno y
distante.
Las
migraciones masivas proveen de mano de obra barata, un “ejército industrial de
reserva”, donde los principales beneficiados son los empleadores grandes y
pequeños. Los mismos que pueden contar una
fuerza de trabajo dispuesta a todo por un puesto laboral, sin haber gastado un
peso en formarlos, gracias a leyes y prácticas discriminatorias y racistas que
golpean a las trabajadoras y trabajadores migrantes.
Esta
aparente “competencia desleal”, amplificada por discursos de odio, temores
ancestrales, ignorancia y manipulación, configuran una mezcla perfecta para la
xenofobia. Hostilidad que proviene no de las clases más favorecidas (o no
exclusivamente), sino de sectores populares, trabajadores, desempleados, dueñas
de casa, comunes y corrientes, a los que escuchamos en micros, metros y ferias tímidamente
con discursos antiinmigrantes, como si ellos fueran los causantes de sus
desgracias.
Hay un papel de la sociedad civil
organizada, apoyada por los medios de comunicación, que debe movilizarse, para
incentivar el encuentro de culturas. Faltan espacios de intercambio, de
conocimiento mutuo, de respeto, para lograr la asimilación respetando la
diferencia. Si las condiciones económicas, el cambio climático, la desigualdad
estructural continúan tal como hoy, es muy posible que las masas hambrientas
(los 2 mil millones), aumenten y decidan emigrar. ¿Nos encontraremos nosotros,
entre los futuros migrantes?
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10:55 a.m.
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julio 17, 2019
La vida es eterna en 20 minutos
Ayer mientras paseábamos por el parque Bicentenario (Vitacura), mi hijo Ferran de siete años, en un abrir y cerrar de ojos desapareció de la vista de su mamá. Lo buscó, lo llamo, gritó su nombre, pero se lo tragó la tierra. Cuando me avisa que no podía encontrarlo, pensé que era un error, que estaría jugando –como siempre- despreocupado sabiendo que velamos por él, llegamos donde debía estar y no estaba.
Ferran es un nombre catalán de
origen germánico, en castellano Fernando, que significa "hombre
valiente", "hombre de atrevida inteligencia" o "guerrero
audaz". Cuando escogimos su nombre, buscábamos uno que tuviera
personalidad, que fuera original, pero a la vez que no le causara problemas. Es
un niño alegre, obediente, cariñoso, muy sensible y simpático, curioso, no le
cuesta hacer amigos, pero es algo tímido. De seguro estaría muy asustado, ya
que es muy dependiente y regalón.
Nos dividimos para buscarlo,
pasaban los minutos, diez, quince y no aparecía. En mi mente descartaba los
pensamientos oscuros, miraba en el horizonte, a mí alrededor, las salidas del
parque, los niños de su edad. No podía ser verdad, esas cosas no me pasan a mí,
no le pasan a él. Su modo de enfrentar a los desconocidos es tirar una broma,
poner caras chistosas, es su defensa ante un mundo que aún no conoce bien. Es casi
hijo único, ya que con su hermana se llevan diez años de diferencia. Que terrible
pensar que algo malo le pudiera pasar, leo un letrero que dice “cuidado laguna
profunda”, recuerdo las noticias, los niños perdidos, la gente mala, el mundo
real injusto y terrible, las estadísticas… mi niño, mi guagua no aparece.
En 20 minutos, nada más importa;
las deudas, el sueldo paupérrimo, el mal gobierno, el calentamiento global, el
dolor de pies, los estudios de mi hija mayor, mi diabetes, la depresión de
Mariela, la enfermedad de mi madre, no es nada, es menor, no tienen
importancia, Ferrán no está y ese es el centro. La angustia, la presión, la
adrenalina no nublan mi mente fría y calculadora, hay que calmarse, pensar, que
pasos seguir, no perder de vista las salidas, mirar los arbustos, los detalles,
comenzar a gritar su nombre, no solo para que escuche, sino para llamar la
atención. Que se detenga la tranquilidad del parque, que la vida no siga su
curso, que todo pare, que los niños no jueguen, que la gente no pasee, que no
vendan helados, que pare la música del organillero, que se detengan las
bicicletas, los triciclos, los pasos, las risas, las conversaciones, mi niño no
está y debe estar asustado.
Entre todas las miradas, buscando
sus verdes ojos, a lo lejos lo veo. La mirada perdida, con lágrimas, asustado,
grito su nombre, no me escucha, corro, me mira, me abraza fuerte, nos fundimos
en uno solo, lloramos los dos, no importa el mundo. Una pareja lo cuidaba,
agradezco con el alma, los niños son de todos, no podemos dejarlos a su suerte.
Una guardia se acerca, me habla de pulseras con su nombre, de que el niño no
sabe mi celular, que es común que se pierdan, ya no importa, nada más importa,
él está bien y conmigo, luego llega su madre, nos abrasamos los tres. Ya pasó
todo, solo una anécdota, a seguir con la vida, mis pies tiemblan, me siento en
un banquillo, prendo un cigarrillo. Los pájaros cantan, los niños gritan, la
gente pasea, todo sigue su curso.
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11:24 a.m.
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Navidad, navidad a ocultar la realidad
Una antigua canción
del cantautor Chileno Eduardo Peralta, nos hablaba sobre la navidad como una
época en que había que “esconder la realidad, guárdala en algún bolsillo por
piedad que hoy la vida tiene un brillo de bondad”. Cuando vemos los comercios,
las ferias, las calles colmadas de compradores exhaustos, angustiados,
peleándose por comprar la última novedad del mercado, nos viene a la mente esa
canción.
Una fecha que en
nuestra cultura hace mucho que dejó de ser una fiesta religiosa, para
transformarse en una instancia para compartir con las familias, sin importar si
sabemos o creemos en la celebración cristiana original. El problema no es lo
qué celebramos, sino cómo lo hacemos. Según cifras de la Fundación Sol, el
50,6% de los trabajadores de Chile ganan $380.000 o menos y solo el 15,3% tiene
un salario superior a $850.000. Con estas cifras, uno esperaría que la
desesperación por la compra de regalos, fuera solo tema del 7,3% que gana más
de 1,5 millones al mes, pero bien sabemos que eso no es así.
Es cosa de darse una
vuelta por cualquier Mall, observar la gente cargada de regalos en el metro, el
transantiago o cualquier trasporte público del país, pareciera que la felicidad
se alcanza sólo consumiendo sin importar el nivel socioeconómico, pero la
realidad nos dice otra cosa. Según estudios de la OMS, alrededor del
17,5 por ciento de los chilenos padecen depresión, nuestro
país lidera el ranking mundial y es una de las dos naciones, junto
con Corea del Sur, en el que la tasa de suicidios de niños y adolescentes
aumenta cada año en vez de disminuir.
La agresividad, la
baja tolerancia a la frustración e incluso los niveles de violencia del Chileno
están dando cuenta del estrés laboral, el aumento de la cesantía, el temor al
futuro, lo que mesclado es un caldo peligroso. Es cosa de darse unas vueltas
por las redes sociales; twitter ya parece una parodia de la agresividad, en
youtube circulan videos preocupantes subidos hasta por adolescentes chilenos en
que la tortura de animales, el bulling, lenguajes siniestros, es el centro de
la historia; hasta el aparente inocente Facebook es usado para agredirnos,
lastimarnos, hacernos daño. Basta una chispa, para que emerja la rabia
contenida que se traduce en xenofobia, homofobia, intolerancia, actos violentos
ante la menor provocación. El caso del asesinato del comunero Mapuche Camilo
Catrillanca, es un ejemplo digno de análisis.
Sin embargo en noche
buena, después de recibir “sonrisas y aguinaldos que son como suaves brisas”,
todos por un breve momento, como en una tregua de navidad entre feroces
combates, nos damos las manos y somos hermanos. “Hay un señor que ha buscado a
su peor enemigo y le ha dicho entusiasmado esta noche desgraciado vente a
merendar conmigo”. Navidad, navidad, a esconder la realidad…
21 de diciembre del 2018
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9:51 a.m.
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Se van enredando en twitter
Los insultos, agravios y hasta las injurias con publicidad, han
existido desde que el ser humano aprendió a escribir. Conocida es la guerra
epistolar entre los poetas chilenos Vicente Huidobro, Pablo de
Rokha y Pablo Neruda; “Os meo
eternamente en vuestros hígados y en vuestros hijos”, vociferaba nuestro
Nobel en su poema “Aquí estoy”. Por su parte de Rokha se refería a
Huidobro como. “tú, Vicente Huidobro, con
tus cacareos de espadachín en falencia, y tu dudosa hombría…”. Huidobro con
gran ironía, se refería a Neruda: “Si hay
un poeta en Magallanes que encuentra viejo y pasado a Neruda es culpa de
Huidobro…Los compinches de Neruda empiezan su campaña subterránea de mentiras y
de intrigas”.
Con todo, esas guerras entre poetas enriquecían el debate
intelectual (partiendo por las bajezas desde luego) de un alicaído Chile de
principios del S. XX. La sangre nunca llegó al río y el debate queda zanjado en
el tiempo, por las obras imperecederas de
estos grandes de la literatura chilena. No pasa lo mismo en nuestros días con
los debates de baja monta, que no alcanzan ni para poesía barata, que se libran
en Twitter y que a falta de creatividad y buscando el golpe fácil es
reproducida por la prensa cizañera. Tristes actores secundarios con ganas de
más, se dedican -basados en PosVerdades y NeoMentiras- a divulgar fake news,
acusando de las peores bajezas delictuales a quien se les cruce por delante.
Un semidesconocido comentarista radial, tira una piedra (por no
usar palabras de cloaca) contra una conocida diputada chilena, luego esconde la
mano, recula y vuelve a atacar en la red del pajarito, para terminar
victimizándose. Es noticia del día y se suben cientos a la rueda a defender y
atacar con argumentos muy lejanos a la poesía de nuestros insignes vates, con un estilo
procaz y poco elegante, dándole tribuna, fama y sus diez minutos de gloria al
“procaztinador”. Un “aprendiz de mago”, ex ministro de la dictadura (que es
casi lo mismo), descubre twitter en el ocaso de sus días y excreta a diestra y
siniestra -más a siniestra en realidad-, buscando el halago fácil de los Bots
siempre atentos a recoger y difundir la basura. Ministros y parlamentarios con
mucho tiempo libre, tratar de polemizar con la frase fácil, la vulgaridad de
asado dieciochero y el humor intelectual del que nunca lee.
Neruda, de Rocka y Huidobro, de seguro no entrarían en estas
peleas de quinceañeros ofuscados, inventando con quien sabe que intención
diabólica, la forma de apuñalar la honra de los otros. Estas peleas de cantina,
de lenocinio y alcahuetes, en las que participan matones de puerto, darían risa
o vergüenza ajena, sino fuera por el peligro que acarrean. Falta solo la
provocación adecuada en el lugar y momento propicio, para que las redes
sociales se transformen en redes armadas.
Daniel Recasens Figueroa
Periodista
18 de enero del 2019
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9:45 a.m.
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La moral como herramienta política
Cuando en
1942 miles de copias del poema “Liberté” fueron lanzadas en paracaídas
sobre París, Paul Eluard -su autor- no buscaba la fama ni ganar dinero ni menos
votos de sus compatriotas sometidos al yugo nazi, era solo un imperativo moral.
A Andrés Aylwin, no le importó que los perseguidos durante la dictadura no
pensaran como él ni que ponía en peligro su vida y su libertad siendo abogado defensor
de los derechos humanos, era lo que debía hacer, su coherencia y consecuencia
al servicio de la vida.
Coherencia es defender los derechos humanos en
Chile, Venezuela, Arabia Saudita, Guatemala, Filipinas o donde se violen. No
puede un gobierno condenar a un inescrupuloso Maduro y a la vez abstenerse de
votar en contra de Duterte de la mano con el Brasil de Bolsonaro. No es
lógico, no es coherente, no es consecuente y avergüenza la dignidad y la
memoria de tantos y tantas que en nuestro país y el mundo han dado su vida por
lo que creen justo.
No se puede usar la moral, la dignidad y los
derechos humanos, solo como un eslogan para subir en las encuestas o una pose
para congraciarse con los deschavetados de siempre. Ser consecuente trae costos
– por supuesto -, lo supo Clotario Blest, Pierre Dubois, Ana González, Andrés
Aylwin por nombrar solo algunos, que no dudaron en decir “las verdades
verdaderas”, cuando nadie más las decía. No es digno pararse sobre un puente en Cúcuta, dar lindos y
encendidos discursos prodemocráticos para las cámaras y a la vez, dejar en la
frontera a los refugiados y avalar con su silencio e inacción otros atropellos.
Cuando un gobierno, una persona o un partido piensa,
dice y hace usando la moral como herramienta política, la verdad como un fin
relativo y la razón ajustada a conveniencia, lo que consigue es la irrelevancia,
la vergüenza y el desprecio de su pueblo. Que lejanos parecen los tiempos, en
que los hombres y mujeres de bien, no usaban la calculadora en el bolsillo,
para hacer lo que se debe hacer; como se
echa de menos a los estadistas, a los consecuentes, a los justos de derecha, centro
e izquierda dispuestos a poner la mejilla, las manos y el corazón a cambio de
la justicia.
Vendrán otros hombres, otras mujeres, otros
tiempos en que se seguirá leyendo a Paul Eluard, Neruda y la Mistral, en que se
recordará y honrará la consecuencia de José Aldunate, Sola Sierra y muchos más.
Se escribirán libros, canciones y películas que cuenten la historia de los
consecuentes; pero los mercaderes, los tibios, los oportunistas, los timoratos
quizás tengan su calle y monumento, pero jamás el respeto de los suyos y de los
ajenos…
Daniel
Recasens Figueroa
Periodista
julio de 2019
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9:42 a.m.
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enero 09, 2019
EL EXPERIMENTO MILGRAM
Anoche vi un documental de HBO, llamado “GHOST OF ABU GHRAIB” (Los fantasmas de Abu Ghraib), que investiga la tortura de presos en la lamentablemente famosa prisión iraquí. Más que un documental de torturas escalofriantes, sicopáticas pero lejanas, presentan la realidad del ser humano ante determinadas condiciones. Los “torturadores” entrevistados, se miraban a ellos mismos con ojos extrañados y ajenos, como si no fueran ellos mismos los participes de aquellas brutalidades.
El documental hacía alusión al famoso Experimento Milgran (Obedience to Authority: An Experimental View -Obediencia a la Autoridad: Una Visión Experimental), en que se les pedía a un grupo de personas que aplicaran corriente a una supuesta victima voluntaria. A pesar del llanto y los pedidos de clemencia de la "víctima", un 60% de las personas en las que se realizó el experimento, llegaron a aplicar el shock final de 450 voltios, que le pedía aplicar un investigador supuestamente reputado.
Milgram quería investigar si era posible que una persona normal, pudiera ser parte activa en la aplicación de tormentos a pedido de una autoridad. Milgran, resumió su experimento así:
“Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.” (Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974) .
El documental de HBO era realmente impactante y revelador, ya que fuera de dar a conocer el relativismo moral de Bush y sus boys (archiconocido por todos), nos hablaba de la naturaleza humana.
¿Será posible que una cosas así pueda ocurrir en cualquier lugar o tiempo y con cualquier persona?
El poder puede hacer cualquier cosa... y la obediencia también
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12:00 p.m.
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De redes sociales a redes armadas
Los insultos, agravios y hasta las injurias con publicidad, han existido desde que el ser humano aprendió a escribir. Conocida es la guerra epistolar entre los poetas chilenos Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda; “Os meo eternamente en vuestros hígados y en vuestros hijos”, vociferaba nuestro Nobel en su poema “Aquí estoy”. Por su parte de Rokha se refería a Huidobro como. “tú, Vicente Huidobro, con tus cacareos de espadachín en falencia, y tu dudosa hombría…”. Huidobro con gran ironía, se refería a Neruda: “Si hay un poeta en Magallanes que encuentra viejo y pasado a Neruda es culpa de Huidobro…Los compinches de Neruda empiezan su campaña subterránea de mentiras y de intrigas”.
Con todo, esas guerras entre poetas enriquecían el debate intelectual (partiendo por las bajezas desde luego) de un alicaído Chile de principios del S. XX. La sangre nunca llegó al río y el debate queda zanjado en el tiempo, por las obras imperecederas de estos grandes de la literatura chilena. No pasa lo mismo en nuestros días con los debates de baja monta, que no alcanzan ni para poesía barata, que se libran en Twitter y que a falta de creatividad y buscando el golpe fácil es reproducida por la prensa cizañera. Tristes actores secundarios con ganas de más, se dedican -basados en PosVerdades y NeoMentiras- a divulgar fake news, acusando de las peores bajezas delictuales a quien se les cruce por delante.
Un semidesconocido comentarista radial, tira una piedra (por no usar palabras de cloaca) contra una conocida diputada chilena, luego esconde la mano, recula y vuelve a atacar en la red del pajarito. Es noticia del día y se suben cientos a la rueda a defender y atacar con argumentos muy lejanos a la poesía de nuestros insignes vates, con un estilo procaz y poco elegante, dándole tribuna, fama y sus diez minutos de gloria al “procaztinador”. Un “aprendiz de mago”, ex ministro de la dictadura (que es casi lo mismo), descubre twitter en el ocaso de sus días y excreta a diestra y siniestra -más a siniestra en realidad-, buscando el halago fácil de los Bots siempre atentos a recoger y difundir la basura.
Neruda, de Rocka y Huidobro, de seguro no entrarían en estas peleas de quinceañeros ofuscados, inventando con quien sabe que intención diabólica, la forma de apuñalar la honra de los otros. Estas peleas de cantina, de lenocinio y alcahuetes, en las que participan matones de puerto, darían risa o vergüenza ajena, sino fuera por el peligro que acarrean. Falta solo la provocación adecuada en el lugar y momento propicio, para que las redes sociales se transformen en redes armadas.
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11:58 a.m.
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Los amigos y la familia primero
“Entre un extraño y un familiar, hay que nombrar al familiar”, es una frase que se le atribuye al presidente Carlos Ibáñez. Han pasado casi 70 años y la realidad no ha cambiado mucho en nuestro país, desde los tiempos en que Ibañez ganó con la promesa de “barrer con la corrupción de la política y la administración pública” y las promesas de Piñera de “quitar la grasa del Estado” y acabar con el nepotismo. Lo cierto es que las redes familiares, compadrazgos, el colegio y la universidad que estudiaste y el barrio en que vives, determinan el cargo que ocupas.
Nombrar a un pariente en un alto cargo público o a la hija de un amigo como agregada comercial con un sueldo obsceno –incluso para los parámetros norteamericanos -, puede parecer un “error político”, pero es algo natural y lógico para la elite. Algunos se muestran sorprendidos del revuelo que provoca en las redes sociales y en los medios de comunicación y rápidamente acuden a la teoría del empate y al “siempre ha sido igual”, pero cuando se promete una cosa y se hace otra, la credibilidad se pone en juego y la rabia de ser uno de los países más desiguales del mundo se ejemplifica en estos desaguisados.
Un estudio de Seth Zimmerman, economista y profesor de la Escuela de Negocios de Yale, señalaba que en Chile no se asciende social ni económicamente siendo inteligente, estudioso y preparado, sino que el origen social y familiar es casi la única forma para acceder al 0,1% de los sueldos más altos en Chile. Esta realidad por conocida y sabida, no deja de ser preocupante, aberrante y contradictoria incluso con el principio meritocrático del ideal capitalista, es como si viviéramos en una monarquía hereditaria, no importa lo que te esfuerces y trabajes, siempre habrá un pariente o amigo de alguien, que ocupará el lugar que mereces.
Ya hace casi un siglo, el poeta Vicente Huidobro en su ensayo “Balance Patriótico” (1925) -un encendido manifiesto antistema de la época -, se preguntaba; “¿Y el mérito, en dónde está el mérito?... ¡Pobre país; hermosa rapiña para los fuertes!”. Hoy nos hacemos las mismas preguntas y afirmaciones que en aquellos días, con la diferencia que las cosas que eran aceptadas y parte de la realidad de nuestro país, ahora son intolerables y ya es hora que comiencen a cambiar. "El que toca ministerio, no toca camioneta”, decía grosera e impúdicamente Ibañez, hoy parece que “tocan” ministerio, camioneta y cargos para los parientes.
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11:56 a.m.
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