enero 09, 2019

EL EXPERIMENTO MILGRAM








Anoche vi un documental de HBO, llamado “GHOST OF ABU GHRAIB” (Los fantasmas de Abu Ghraib), que investiga la tortura de presos en la lamentablemente famosa prisión iraquí. Más que un documental de torturas escalofriantes, sicopáticas pero lejanas, presentan la realidad del ser humano ante determinadas condiciones. Los “torturadores” entrevistados, se miraban a ellos mismos con ojos extrañados y ajenos, como si no fueran ellos mismos los participes de aquellas brutalidades.




El documental hacía alusión al famoso Experimento Milgran (Obedience to Authority: An Experimental View -Obediencia a la Autoridad: Una Visión Experimental), en que se les pedía a un grupo de personas que aplicaran corriente a una supuesta victima voluntaria. A pesar del llanto y los pedidos de clemencia de la "víctima", un 60% de las personas en las que se realizó el experimento, llegaron a aplicar el shock final de 450 voltios, que le pedía aplicar un investigador supuestamente reputado.




Milgram quería investigar si era posible que una persona normal, pudiera ser parte activa en la aplicación de tormentos a pedido de una autoridad. Milgran, resumió su experimento así:




“Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.” (Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974) .




El documental de HBO era realmente impactante y revelador, ya que fuera de dar a conocer el relativismo moral de Bush y sus boys (archiconocido por todos), nos hablaba de la naturaleza humana.




¿Será posible que una cosas así pueda ocurrir en cualquier lugar o tiempo y con cualquier persona?


El poder puede hacer cualquier cosa... y la obediencia también

De redes sociales a redes armadas



Los insultos, agravios y hasta las injurias con publicidad, han existido desde que el ser humano aprendió a escribir. Conocida es la guerra epistolar entre los poetas chilenos Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda; “Os meo eternamente en vuestros hígados y en vuestros hijos”, vociferaba nuestro Nobel en su poema  “Aquí estoy”. Por su parte de Rokha se refería a Huidobro como. “tú, Vicente Huidobro, con tus cacareos de espadachín en falencia, y tu dudosa hombría…”. Huidobro con gran ironía, se refería a Neruda: “Si hay un poeta en Magallanes que encuentra viejo y pasado a Neruda es culpa de Huidobro…Los compinches de Neruda empiezan su campaña subterránea de mentiras y de intrigas”.

Con todo, esas guerras entre poetas enriquecían el debate intelectual (partiendo por las bajezas desde luego) de un alicaído Chile de principios del S. XX. La sangre nunca llegó al río y el debate queda zanjado en el tiempo, por las obras imperecederas  de estos grandes de la literatura chilena. No pasa lo mismo en nuestros días con los debates de baja monta, que no alcanzan ni para poesía barata, que se libran en Twitter y que a falta de creatividad y buscando el golpe fácil es reproducida por la prensa cizañera. Tristes actores secundarios con ganas de más, se dedican -basados en PosVerdades y NeoMentiras- a divulgar fake news, acusando de las peores bajezas delictuales a quien se les cruce por delante.

Un semidesconocido comentarista radial, tira una piedra (por no usar palabras de cloaca) contra una conocida diputada chilena, luego esconde la mano, recula y vuelve a atacar en la red del pajarito. Es noticia del día y se suben cientos a la rueda a defender y atacar con argumentos muy lejanos a la poesía de nuestros insignes vates, con un estilo procaz y poco elegante, dándole tribuna, fama y sus diez minutos de gloria al “procaztinador”. Un “aprendiz de mago”, ex ministro de la dictadura (que es casi lo mismo), descubre twitter en el ocaso de sus días y excreta a diestra y siniestra -más a siniestra en realidad-, buscando el halago fácil de los Bots siempre atentos a recoger y difundir la basura. 

Neruda, de Rocka y Huidobro, de seguro no entrarían en estas peleas de quinceañeros ofuscados, inventando con quien sabe que intención diabólica, la forma de apuñalar la honra de los otros. Estas peleas de cantina, de lenocinio y alcahuetes, en las que participan matones de puerto, darían risa o vergüenza ajena, sino fuera por el peligro que acarrean. Falta solo la provocación adecuada en el lugar y momento propicio, para que las redes sociales se transformen en redes armadas.

Los amigos y la familia primero


Entre un extraño y un familiar, hay que nombrar al familiar”, es una frase que se le atribuye al presidente Carlos Ibáñez. Han pasado casi 70 años y la realidad no ha cambiado mucho en nuestro país, desde los tiempos en que Ibañez ganó con la promesa de “barrer con la corrupción de la política y la administración pública” y las promesas de Piñera de “quitar la grasa del Estado” y acabar con el nepotismo. Lo cierto es que las redes familiares, compadrazgos, el colegio y la universidad que estudiaste y el barrio en que vives, determinan el cargo que ocupas.


Nombrar a un pariente en un alto cargo público o a la hija de un amigo como agregada comercial con un sueldo obsceno –incluso para los parámetros norteamericanos -, puede parecer un “error político”, pero es algo natural y lógico para la elite. Algunos se muestran sorprendidos del revuelo que provoca en las redes sociales y en los medios de comunicación y rápidamente acuden a la teoría del empate y al “siempre ha sido igual”, pero cuando se promete una cosa y se hace otra, la credibilidad se pone en juego y la rabia de ser uno de los países más desiguales del mundo se ejemplifica en estos desaguisados. 

Un estudio de  Seth Zimmerman, economista y profesor de la Escuela de Negocios de Yale, señalaba que en Chile no se asciende social ni económicamente siendo inteligente, estudioso y preparado, sino que el  origen social y familiar es casi la única forma para acceder al 0,1% de los sueldos más altos en Chile. Esta realidad por conocida y sabida, no deja de ser preocupante, aberrante y contradictoria incluso con el principio meritocrático del ideal capitalista, es como si viviéramos en una monarquía hereditaria, no importa lo que te esfuerces y trabajes, siempre habrá un pariente o amigo de alguien, que ocupará el lugar que mereces.

 Ya hace casi un siglo, el poeta Vicente Huidobro en su ensayo “Balance Patriótico” (1925) -un encendido manifiesto antistema de la época -, se preguntaba; “¿Y el mérito, en dónde está el mérito?... ¡Pobre país; hermosa rapiña para los fuertes!”. Hoy nos hacemos las mismas preguntas y afirmaciones que en aquellos días, con la diferencia que las cosas que eran aceptadas y parte de la realidad de nuestro país, ahora son intolerables y ya es hora que comiencen a cambiar. "El que toca ministerio, no toca camioneta”, decía grosera e impúdicamente Ibañez, hoy parece que “tocan” ministerio, camioneta y cargos para los parientes.