enero 09, 2019

Los amigos y la familia primero


Entre un extraño y un familiar, hay que nombrar al familiar”, es una frase que se le atribuye al presidente Carlos Ibáñez. Han pasado casi 70 años y la realidad no ha cambiado mucho en nuestro país, desde los tiempos en que Ibañez ganó con la promesa de “barrer con la corrupción de la política y la administración pública” y las promesas de Piñera de “quitar la grasa del Estado” y acabar con el nepotismo. Lo cierto es que las redes familiares, compadrazgos, el colegio y la universidad que estudiaste y el barrio en que vives, determinan el cargo que ocupas.


Nombrar a un pariente en un alto cargo público o a la hija de un amigo como agregada comercial con un sueldo obsceno –incluso para los parámetros norteamericanos -, puede parecer un “error político”, pero es algo natural y lógico para la elite. Algunos se muestran sorprendidos del revuelo que provoca en las redes sociales y en los medios de comunicación y rápidamente acuden a la teoría del empate y al “siempre ha sido igual”, pero cuando se promete una cosa y se hace otra, la credibilidad se pone en juego y la rabia de ser uno de los países más desiguales del mundo se ejemplifica en estos desaguisados. 

Un estudio de  Seth Zimmerman, economista y profesor de la Escuela de Negocios de Yale, señalaba que en Chile no se asciende social ni económicamente siendo inteligente, estudioso y preparado, sino que el  origen social y familiar es casi la única forma para acceder al 0,1% de los sueldos más altos en Chile. Esta realidad por conocida y sabida, no deja de ser preocupante, aberrante y contradictoria incluso con el principio meritocrático del ideal capitalista, es como si viviéramos en una monarquía hereditaria, no importa lo que te esfuerces y trabajes, siempre habrá un pariente o amigo de alguien, que ocupará el lugar que mereces.

 Ya hace casi un siglo, el poeta Vicente Huidobro en su ensayo “Balance Patriótico” (1925) -un encendido manifiesto antistema de la época -, se preguntaba; “¿Y el mérito, en dónde está el mérito?... ¡Pobre país; hermosa rapiña para los fuertes!”. Hoy nos hacemos las mismas preguntas y afirmaciones que en aquellos días, con la diferencia que las cosas que eran aceptadas y parte de la realidad de nuestro país, ahora son intolerables y ya es hora que comiencen a cambiar. "El que toca ministerio, no toca camioneta”, decía grosera e impúdicamente Ibañez, hoy parece que “tocan” ministerio, camioneta y cargos para los parientes.

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