Está claro que Ñuñoa ya no es la apacible Villa
del Siglo XIX, donde sus habitantes se abastecían de agua del canal San Carlos
y que en tiempos de sequias o limpieza del Canal, debían beber de pozos de
aguas estancadas. Hoy en día los ñuñoínos contamos con todos los beneficios de
la modernidad, el Metro recorre nuestra principal avenida y no tenemos que
viajar cuatro horas desde la Alameda hasta avenida Ossa, en un carro tirado por
caballos o en coches y victorias.
Actualmente estamos entre las diez comunas con
más habitantes de Santiago con más de 240 mil personas, muy lejos de los 500
vecinos del año 1890 o los 1.197 del año 1903. Cuando mi abuelo materno se vino
a vivir a Ñuñoa a fines de los años 40, sus amigos le aconsejaban no vivir tan
lejos de Santiago en un barrio alejado de la mano de dios, muy cerca de la
Cordillera y lejos de la “civilización”.
En esa época se veía con horror que los niños y
niñas “de bien” estudiaran su educación secundaria en un colegio laico y mixto
como el Liceo Experimental Manuel de Salas que estaba ubicado primero en la
Plaza Ñuñoa y luego a fines de los años 40 en Brown Norte. La educación
secundaria no era para todos, recién en 1951 se funda el actual Liceo 7 José
Toribio Medina, que recibió y recibe a generaciones de ñuñoínos.
Ñuñoa ha sido siempre hogar de innovadores,
liberales, soñadores y progresistas, no en vano el 21 de agosto de 1910, se
realizó el primer vuelo en Chile desde la Chacra Valparaíso ubicada en Ramón
Cruz con Irarrazabal en la Actual Villa Frei. Claro que el progreso a veces
demoraba en llegar, como el alumbrado público que recién comenzó a funcionar en
toda la comuna a finales de la década de 1910, 35 años después que, en
Santiago, por conflictos con la compañía Chilean Tramway and Light.
La Plaza Ñuñoa era el centro de los paseos
domingueros, al igual que otras plazas y parques de la zona, lo mismo que
sucede hoy en tiempos de pandemia. La vida bohemia existe en Ñuñoa desde que
funcionaban las quintas de recreo del barrio Los Guindos, luego en la misma
plaza Ñuñoa comenzó a funcionar El Dante desde 1949, La fuente suiza desde
1954, Las Lanzas en 1964, el Teatro de la Católica (ex teatro Dante) en 1948.
En los ochenta: La batuta, La Tecla, El Amor Nunca Muere, el antiguo Nuñork
donde se organizaba la lucha contra la dictadura.
Ñuñoa también es presente y futuro, acoge a sus
nuevos vecinos y visitantes de paso, es abierta al mundo y a las nuevas ideas y
tendencias, pero a la vez necesita mantener viva sus tradiciones, sus barrios.
Es una comuna con historia de planificación urbana, diversa, humana, incluso
provinciana, que ve con horror su destrucción simbólica por el mal gusto de las
nuevas edificaciones que son una oda a la aberración y el mal vivir. Salvemos
Ñuñoa, no la dejemos en manos de los que la venden por cuatro monedas de
estiércol.
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