En el Siglo XIX y XX, los pensadores liberales
chilenos, se referían a la “cuestión
social”, para dar a conocer los inconvenientes del incipiente proceso
industrializador chileno y sus efectos en la pauperización social.
La consolidación del sistema de mercado capitalista y
el fin de la guerra fría, junto al proceso de globalización, la irrupción de
las nuevas tecnologías y la consolidación del sistema democrático en gran parte
del mundo, parecía haber dejado solo como un recuerdo los levantamientos
sociales y sus consecuencias revolucionarias.
Actualmente muchos miran extrañados, plantean
exóticas teorías conspirativas y buscan en los sumideros de la historia, para
dar una explicación al regreso de la “cuestión social”. Regreso que implicó el
fin de la Central Térmica Barrancones (US$ 1.100 millones), la
Central Castilla (US$ 5.000 millones),
coloca en graves apuros al proyecto Hidroaysen (US$ 3.200
millones) y relativiza o complejiza varios proyectos energéticos, mineros,
forestales, pesqueros, etc.
Ya en el año 2004, la Planta Valdivia de Celulosa
Arauco (Celco), hace irrumpir en Chile el Movimiento ciudadano, “Acción por los
Cisnes”. En esa oportunidad se los trató de criminalizar, se habló de
activistas, de terroristas, pero la cruda realidad determinó otra cosa. El
éxito en detener y minimizar la contaminación se debió a la presión y
movilización de la ciudadanía de Valdivia y del conjunto del país. La nueva
“Cuestión social” llegó para quedarse.
Un empresario moderno, parlamentario, funcionario,
académico o político de cualquier ralea, que no tome en cuenta a las personas y
no sepa escuchar y explicar con metodologías participativas, con la verdad y
respetando las normas y paradigmas de la Responsabilidad Social Empresarial, le
caerá de sopetón la “nueva cuestión social”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario