abril 09, 2006







LA FUNA A MENDOZA*

Finales de 1994, en plena democracia, fui invitado a una licenciatura en una prestigiosa universidad “facha”. Al llegar al lugar y mientras observada al “momiaje” presente, aparece una caravana de lujosos autos, desde dónde descienden una veintena de tipos con el pelo tipo corte militar, cara de CNI’s y el típico bulto que hace la pistola al cinto. Cual no sería mi sorpresa al ver, entre medio de todos esos gorilas, al inefable y nunca bien ponderado: Cesar Mendoza Durán, “mendocita” para sus pocos amigos.

Yo, un sobreviviente de la generación de los 80’s; del “y va a caer”, “degolladores de la nación” y “pacos xxx” (me reservo los calificativos injuriosos, ya que en la actualidad estoy renovado), tomando un Pisco Sour y comiendo unos canapés de marisco con un delincuente integrante de la junta de Pinochet, era mucho. ¿Qué hacer? ¿Irme de inmediato?, ¿hacer un discurso incendiario?, ¿pegarle un “cachamal”? No, los años de democracia de los acuerdos, desmovilización social y de joven profesional “pituteando” y buscando pega lo más burguesa y bien remunerada posible; me habían quitado los “cojones”.

¿Pero algo tenía que hacer?, no podía irme para la casa, así no más. Ya le había negado la mano, cuando se acercó y saludo al grupo donde yo estaba –lo que no es mucho, ya que a otros conspicuos fachos famosos, tampoco los salude-. Mientras pensaba en que hacer, lo escucho a mis espaldas conversando animadamente con un ex ministro de “Ladronchet”, sobre lo patudos que son los izquierdistas al presentar recursos contra los valientes uniformados (o algo así).

Eso era mucho. Me di vuelta, lo mire directo a los ojos y dije en voz alta: “¡Tengo ganas de vomitar....!”. Silencio sepulcral en el recinto, los “gurkas” miran sin saber que hacer, mendocita espera que yo saque un puñal, un corvo o una M-16. Pasan interminables dos o tres segundos –todos sabemos lo relativo que es el tiempo en esas ocasiones- y como seré valiente, pero no huevón, termine la frase mirando a mi polola y diciendo ¡... es que parece que algo me cayó mal, mi amor!

Pasó piola, un curaito más en un cóctel, pero Mendoza y yo, sabíamos a que me refería. Una mirada vale más que mil mundos, veinte matones, 17 años de dictadura, injusticias, degolladores, asesinos, cobardes y ladrones. Mi funa fue personal, amariconada y todo, pero esa noche y muchas otras después dormí tranquilo. No creo que el Funado, pudiese decir lo mismo.

*DRF: Artículo publicado originalmente en The Clinic (2005)

2 comentarios:

Cosas que pasan dijo...

Si bien este artículo no es inédito -fue publicado en el The Clinic-, es un homenaje a los 21 años del asesinato de Parada, Guerrero y Nattino.

Jessica dijo...

El discurso de las tres sillas me emocionó hasta las lágrimas. Este artículo tuyo efectivamente lo leí en el The Clinic. Bueno.