A propósito de los lamentables sucesos
que han enlutado a las tierras de Arauco, debemos reflexionar sobre la
vinculación de los pueblos originarios y el desarrollo sustentable. Chile es firmante del Convenio No. 169 de la
OIT, que obliga a un nuevo trato con nuestros indígenas, no solo mapuches, sino
cualquier pueblo u etnia originaria.
El convenio manda, obliga y exige a
todo aquel que quiera emprender un proyecto que de alguna manera puede
afectarlos, a realizar una “consulta previa”.
No es cualquier consulta a la ligera, sino que los pueblos originarios
también deben “participar de manera
informada, previa y libre en los procesos de desarrollo y de formulación de
políticas que los afectan”.
La clausula de “consulta previa”, debe
ser llevada “de buena fe”. Esto significa ni más ni menos, que debe hacerse en
buena forma, con profesionales capacitados y usando metodologías que realmente
involucren y ayuden a su comprensión. Sin esta consulta y acuerdo o consenso previo,
cualquier forestal, agro negocio, proyecto minero, etc., no se puede realizar
en territorios indígenas.
El desafío que la modernidad y el
continuo consenso mundial de respeto a las personas y los DD.HH., le colocan a
las empresas modernas, no es menor. La responsabilidad social de las empresas,
del Estado, de las universidades, de las ONG`s
nuevamente se pone a prueba y separa a las meras declaraciones de buena
crianza del compromiso real con las personas.
Arauco y todos los pueblos originarios
de nuestro país, tienen en este convenio un amparo y defensa real de sus
costumbres, cultura y raíces, siendo
además, una herramienta que acerca mundos, que vincula realidades y que puede
ayudar a buscar caminos de entendimiento entre los pueblos. Arauco tiene una
pena, pero también caminos de solución.